Cómo influye saber idiomas en las relaciones sociales y una buena autoestima
Empezamos este nuevo post parafraseando a Sócrates: “El saber es la parte principal de la felicidad.” Y es que, en muchas ocasiones, a lo largo de la crianza de nuestros hijos, damos por sentado demasiadas cosas. Entre ellas, la autoestima de los niños y niñas, o su capacidad innata de relacionarse con el resto. Pero no siempre es así. De hecho, la mayoría necesita de mucho apoyo para alcanzar el éxito en estos imprescindibles para la vida.
La educación y el conocimiento se encuentran en la base de una autoestima sólida y una adecuada capacidad de relación. Todo ello, nos ayuda a formar parte de la tribu, a aportar valor a la sociedad y a los demás. Y, en consecuencia, nos lleva a la realización personal.
Hasta aquí, todo parece muy sencillo de lograr. Pero, entra en juego el mundo globalizado en el que vivimos, y con el que nos relacionamos. Donde da la sensación de que, cada instante que pasa, nos vamos quedando atrás, porque la tecnología y la información va mucho más rápido de lo que podemos llegar a aprender y asimilar.
La realidad es que no podemos llegar a todo, que no podemos saberlo todo y que, ni mucho menos, seremos los mejores ni las mejores en todo. Pero hay mucho que sí podemos hacer para ser felices en este mundo, y para ayudar a los niños y niñas que vienen detrás a serlo también.
¡Comencemos por los idiomas!
Quien tiene un segundo idioma, tiene un tesoro
El dicho no es exactamente así, pero, el estudio de una segunda lengua, bien se merece la apropiación.
Entre todo el ruido y las distracciones que reciben los adolescentes y las adolescentes a diario, hay una cosa que consigue hacer volar su imaginación y les traslada a lugares lejanos y desconocidos, emocionantes…Y eso es el estudio de inglés. Porque no se trata solo de un idioma, sino del aprendizaje de una nueva cultura, de costumbres desconocidas, de paisajes y personas por descubrir.
Y, además, es un momento para socializar, quizás con personas que ya conocen, pero en una lengua distinta y de temáticas que quizás en otro contexto no tratarían, lo que les empuja a conectar de diferentes formas.
Esto ocurre en las asignaturas de idiomas del colegio, en el instituto o en las extraescolares. Imagina la magia que puede llegar a producirse en un curso escolar en el extranjero. En este programa, las relaciones sociales son clave para la mejora del lenguaje, pero, además, estas amistades y vínculos son absolutamente necesarios para una estancia feliz, con sentido y plagada de vivencias.
El conocimiento es autoestima
Al inicio del artículo citábamos a Sócrates, que decía: “El saber es la parte principal de la felicidad.” Y queremos hacer hincapié en el impacto de aprender idiomas en la felicidad. Porque no es un conocimiento más, sino que se trata de una herramienta que abre puertas al futuro.
Como hemos abordado en anteriores posts, los idiomas, y más concretamente el inglés, nos ayudan a conseguir un trabajo de forma más rápida, nos ofrecen la posibilidad de cursar estudios superiores en el extranjero, son la llave para acceder a determinada información o comunicarnos con el resto del mundo de una forma ágil y directa.
Y, sin duda, esto nos hace sentirnos bien. Sentir que aportamos valor a la comunidad y a la sociedad. Y, personalmente, nos ayuda a crecer.
Desde EF, llevamos desde 1965, es decir, 55 años, acompañando a jóvenes a perseguir sus sueños, empezando por un año escolar en el extranjero. La experiencia que revoluciona su vida y les llena de seguridad en sí mismos y en sí mismas, les empuja a la madurez y les proporciona un nivel de inglés bilingüe. Esto es, una ventaja académica y social para el resto de sus vidas.